En el invierno, en medio de la cuarentena, a veces miraba por la ventana imaginando cómo sería volver a caminar en un espacio verde e infinito, con ramas amistosas que me ayudaran a esconderme del sol implacable. Pensaba en la tierra suelta que me jugaría malas pasadas, haciéndome caer o al menos resbalar sutilmente. Fantaseaba con las rocas firmes que estarían disponibles para que en ellas apoyara mis pies para avanzar sin problemas. Añoraba el aire y las posibilidades de respirarlo profundo. Extrañaba el viento y su suave soplido, refrescante y acogedor a la vez. Y el sonido del agua de una cascada parecía un recuerdo lejano, casi imposible de volver a escuchar.
por Carodu
Como ven, la poesía no es lo mío, pero al menos sirve para reflejar la melancolía que me inundaba, y que me ayudó a valorar más que nunca las sencillas pero fundamentales posibilidades de la naturaleza.
Hace algunos días, ya en plena primavera, junto a mis amigas Andrea y Caro hicimos el emocionante plan de ir a hacer un pequeño trekking al Parque natural Aguas de Ramón. Llegamos cerca de las 9:00 y ya había varios autos y fila para entrar, pero rápidamente logramos registrarnos en la recepción. Ahí nos contaron que solo estaba abierto el sendero Los Peumos, que tiene una duración de cuatro horas aprox, y una distancia de 6,5 kms en total. Nuestra intención, más que ir a desafiar nuestras capacidades físicas, era tener un paseo recreativo en la naturaleza, así que esta ruta fue perfecta. La primera parte del sendero es la más “exigente”, en subida, pero todo esfuerzo se hace llevadero en medio de tanto verde. Yo les decía a las chiquillas que me sentía en la tierra media del Señor de los Anillos, una comparación sin duda común, pero certera.
Después, el camino se hace más plano, y todo el recorrido está acompañado por verde, verde, verde, cascada, puente, verde, agua, puente, verde, y así. Además, en el sendero hay dos baños, qué más se puede pedir. Eso sí, en la entrada del parque hay un cartel que dice que hay que usar mascarilla al encontrarse con otras personas, así que estuvimos todo el rato poniendo-sacando, pero no fue nada terrible.
Al terminar este sendero sentimos que podíamos ir por más, y seguimos avanzando un poco, probablemente unos 400 metros, y fue la mejor decisión, porque “hicimos cumbre”, y tuvimos una vista privilegiada del precioso entorno que nos rodeaba y, al mirar más lejos, vimos hasta el Costanera Center (eso no fue tan bonito).
En fin, luego de la cumbre no estábamos preparadas para pensar en el regreso, así que avanzamos un poco más, tal vez unos 300 metros, y llegamos hasta una playita donde pasaba el río, ahí nos sentamos a comer un sanguchito y mandarinas y estuvimos un rato, disfrutando del sol y del agüita que corría a nuestros pies. Luego de ese merecido descanso comenzamos el retorno: agua, verde, cumbre, verde, verde, puente, agua, verde, verde, puente, verde, agua (etc), hasta que llegamos de vuelta a la playa, pero de estacionamientos.
Qué manera de disfrutar. En total nos demoramos cuatro cómodas horas, a ritmo tranquilo, parando al baño, sacando fotos, mirando la cascada. De verdad que fue una mañana perfecta, que coronamos después con un asadito, cervezas y torta de milhojas. Pero esa es otra historia.
Información útil:
Este es un paseo muy recomendable para ir con amigos, familia, niños, mascotas o incluso solas.El parque abre a las 8:00, y lo mejor es llegar temprano, ojalá antes de las 09:00, para evitar el sol que se hace cada vez más intenso, y no arriesgarse a no lograr entrar (supimos de un caso de alguien que llegó a las 10:30 y le dijeron que ya estaba lleno. Por la pandemia están dejando entrar menos gente).
La entrada cuesta 3 mil pesos por persona.
Lleven efectivo. Lleven agua para mantenerse hidratadas durante el camino. No vimos llaves en el recorrido.
Pónganse bloqueador antes de ir, y llévenlo para volverse a poner allá
No olviden su mascarilla
La dirección del parque es Álvaro Casanova 2583
Su página web está acá
Disfruten mucho 🙂
