Por María Isabel Astorga @_michi_fit
Desperté. Estaba nerviosa, tenía miedo e incertidumbre y no sabía lo que pasaría. Tenía 29 años, pesaba 110 kilos y mis exámenes médicos estaban todos alterados. Decidí enfrentar la situación, tomar el control (que había perdido) sobre mi cuerpo y para eso, pedí ayuda. Porque sola sabía que no podría.
Era un 8 de septiembre del año 2017 y tenía agendada hora con un equipo de especialistas: nutrióloga, nutricionista y kinesiólogo deportivo. Lo primero que me dijeron fue que me operara. Si había algo que yo sabía en ese momento era que esa alternativa no era cómoda para mi; decidí ir por el camino largo.
Pasaron los meses, varios meses, y no sólo fui viendo los cambios en mi cuerpo, sino sobre todo en mi mente. Eliminé los NO PUEDO de mi cabeza (sé que esto puede sonar cliché, pero es tan cierto y tan difícil lograr). Me di cuenta que todo con perseverancia, esfuerzo y concentración se puede conseguir,y es que la meta se puede ver lejana, pero lo importante es nunca olvidarla y seguir luchando por ella.
Cuando llevaba dos meses bajando de peso decidí inscribirme en el Maratón de Santiago (MDS). Ya la había corrido el año 2010, pero fue algo fortuito y sin que me enganchara la sensación del todo, además, para esa fecha ya pesaba 90 kg y al no tener ningún tipo de preparación no lo disfruté, sentía las piernas pesadas, toda la carrera sufrí pensando en cuántos kilómetros más tenía que correr, por ende, a pesar de haber sido mi primera corrida, en esa oportunidad no cambió mi vida. No obstante, cuando me inscribí el año 2017, todo fue distinto.
Aunque yo no sabía que luego iba a poder contar una historia como esta, ni tampoco sabía que aquella preparación me iba aferrar a nuevos sueños, tenía ganas de probarme a mi misma, salir a correr, o por lo menos, intentarlo. Tampoco imaginé que iba a encontrar respuestas en el camino, ni mucho menos que me iba a encontrar conmigo misma.
De esta forma, pesando 100kg decidí inscribirme en 10k en el Maratón de Santiago. La preparación fue hermosa y compleja a la vez, comencé de a poco a caminar rápido, luego a correr una cuadra y caminar dos, luego a correr 3 km, hasta que un día me lancé y comencé a completar distancias más largas. Sin embargo, también tuve períodos donde estuve cansada y a veces sentía que la motivación desaparecía, pero mi kine me empujó muchísimo a seguir adelante, adecuando los entrenamientos a mis propios ritmos, hasta que después de un tiempo las piernas dejaron de doler y el cuerpo se empezó a acostumbrar a un nuevo estímulo que era correr libre.
Cuando llegó el día, me acosté con una sensación única, de sentir que me había superado a mí misma, de mirar atrás y sólo emocionarme por sentir que la vida es más grande de lo que uno piensa. Y ahí estaba yo, en una corrida soñada, con mi familia y amigos que me fueron a alentar, ya no importaba el tiempo que me demorara, lo importante era que lo había logrado y que estaba viviendo un momento único en mi vida.
Ese día corrí con el corazón y con la emoción a flor de piel. Sentía el aire en mi cara, mi respiración, me sentí en paz, plena y con tantos nuevos sueños por delante. Antes de empezar a correr pensé en muchas cosas, pero una que no salió de mi mente era la sensación de que estaba logrando algo que me había propuesto y que hace unos años me parecía una locura el terminarlo así de bien. Esa sensación de superarse a una misma es indescriptible, y la guardaré para siempre en mi corazón.
La MDS tiene algo especial y no es solo por la cantidad de gente que
corre, más de 33.000 personas, es por cómo la ciudad se viste de fiesta y la
más linda de todas, que es la del deporte, y es que no hay otra actividad
deportiva que congregue a tanta gente al mismo tiempo.
Mi mejor motivación a seguir adelante soy yo misma, el centro de cualquier
cambio debe partir ahí, por tí. Que no se te olvide que eres capaz de lo que te
propongas, yo corro por mí, por superarme a mi misma. Corro poniéndome desafíos
y disfrutando de estar desconectada del mundo y conectada conmigo misma.
El running me ha brindado momentos de tranquilidad plena, de concentración y de reencuentro. Por eso y mucho más, #pumpalcielo, que nadie te diga que algo es imposible, porque yo te puedo decir que de verdad NADA ES IMPOSIBLE Y QUE LOS LÍMITES TE LOS PONE TU MENTE.
El recuerdo de ese día me acompaña por siempre, la emoción del abrazo a la llegada con mi madre será un recuerdo imborrable.