Vamos a tirar algunas líneas de cosas indiscutibles. Correr a una le hace bien. Conocer lugares nuevos es bien bacán, porque estimula nuestro cerebrito. Correr es hermoso y adictivo, como el picante, lo crujiente, los besitos y una que otra sustancia. Y como tal, puede ser peligroso: lesiones, estrés, ambición angustiada por esos personal best.
Así es que, amiguitas que corren, de repente es bueno hacer una pausa, no somos pro y corremos para ser felices, además el descanso es parte de entrenamiento, como dice el bacán de Steve Mwangi (entrenador Run Club). Pero ese descanso significa olvidarse del reloj y no dejar el tictac de una patita tras otra al correr. Ok, nos conocemos, sé que nos cuesta dejar el reloj en la casa, pero dejen corriendo sólo los km, olvídense del ritmo y disfruten.
Con ese objetivo vendí mis tres pertenencias, metí mis
fieles zapatillas corredoras, harto short y polera sin manga en mi mochila de
camping, para re-correr Australia. Ya, mentira, hubo más motivos pero el punto
es que dejé mi largo y climáticamente variado país para venirme a este
caluroso, tropical y hermoso país.
La llegada tuvo un par de incidentes, ante lo cual me tiraba a llorar en un
rincón o salía a correr. Hice las dos. Soy multitask. A las 5 am el sol ya está
arriba, una sale creyéndose súper motivada y chora y se encuentra con gente de
todas las edades ya sudadas por la costa. La gente te saluda con la manito muy
buena onda, cuando paras a elongar te preguntan por el reloj y las zapatillas,
eso es como hablar del clima para los corredores, fácil.
Mirar el amanecer mientras una corre con la boca abierta y los ojos muy grandes es de las cosas más bacanes que hay; maravillarse viendo una serpiente que aparece de lo más casual; una iguana que arranca; las telarañas gigantes por todos lados; los montones de aves curiosas, murciélagos dándole un toque guaaa si corren en la tarde; parar y mirar de frente el sol apareciendo desde el mar, con la respiración agitada es tan bacán; llenarse los pulmones con hartas ganas de ese mar que huele poquito, pero es fresco y energizante.
Detalles prácticos. Yo no daba más de felicidad cuando vi que hay puntos de hidratación por toda la costa y baños, y sabemos chiquillas lo fundamental que es eso. Pueden correr tranquilas.
Me fui a una ciudad chica en la costa noreste, imagínense Pucón mezclado con Isla de Pascua, no habían club de running serios, así como el runclub, donde yo entrenaba antes de dejar las sudamericas.
Primero fue el duelo por no tener a mis amigas que corren, las lloré mirando el amanecer y el atardecer, pero me junté a correr con grupos de corredores de acá, y fueron muy buena onda. Yo creo que eso pasa con toda “comunidad”, cualquier deporte que uno practique, si llegas a otro lugar ese grupo te recibe muy buena onda.
Yo soy bien matea y me pongo perna con las metas, quería correr un maratón acá, y Lucho Montenegro, el coach de Runclub, me dijo sabiamente “corre lo que te haga vibrar” y la verdad es que se me hizo difícil entrenar en serio, como requiere un maratón, así que decidí correr para inyectarle endorfinas a mi cuerpo nada más.
Paréntesis, mis amigas que corren corrieron el Maratón de Viña, estuve con mini depresión ese día, pero les mandaba mis arengas y virtualmente les daba palmadas en sus traseros corredores, me alegré con todo el corazón viendo sus fotos, leyendo sus reportes y escuchando sus audios con la voz hiperventilada y chorreando la emoción del maratón. Triste por mí, pero fui muy feliz por ellas. Nuestro amor nació en mi primer maratón, que corrí junto con ellas, así que imagínense el nivel de amor. Amor corredor verdadero.
Hay vaivenes en correr en otro lugar, depende de cómo es cada una de ustedes, a veces me bajoneaba cachando que mi ritmo no era el que solía tener, por eso olvídense del reloj! Una semana dejé de correr y casi me tiré al mar en plena temporada de tiburones, no lo hagan. A menos que de verdad sus cuerpitos les pidan pausa de correr. Pero no por frustrarse con el ritmo, hay que recordarse continuamente que uno lo hace por amor (propio), es como un regalo gratis y un cariñito en el pelo.
Desayunos. Acá hay mucha cultura desayunística y deportiva, les encanta el “brekkie” así que no hay problema en hacer una pausa sudando bloqueador para tomar cafecito, comer pan de masa madre con palta y huevitos pochados o un açaí bowl, o cualquier cosa de moda, en todos lados se encuentran, amiguitas que corren.
No se cuestionen correr, ni la felicidad que tiene por consecuencia, como hay gente que dice que la religión los salvó de las drogas o la depresión, para mí eso es correr, el dolorcito rico, la satisfacción, decirse “bien hueona!” Hace muy bien. El deporte hace bien, pero acá se habla de correr. No se cuestiona, obvio que es bacán, y chao. Y uno sigue haciéndolo nomas, porque es hermoso y hace bien. Siempre correr, nunca incorrer.