Ser una corredora, en modo trotadora

por Sole Hott
En tiempos de cuarentena quienes hacemos ejercicio a diario tenemos un gran reto: mantener nuestras rutinas deportivas. En el caso de las runners las cosas se complican sin poder sumar kilómetros en la calle o en el cerro, pero alternativas hay.

Aunque no sean del gusto y elección de muchas, las trotadoras son la opción más evidente y la más viable si el encierro aparece como panorama indefinido. 

Corridas y maratones a corto o mediano plazo han sido canceladas, pero las ganas de correr no se puede eliminar fácilmente. Es más, durante el encierro la ansiedad aumenta. 

Desde hace algunos años he complementado el correr al aire libre con el running indoor. Poco a poco aprendí a correr en trotadora e incluso entrenar para las maratones en modo hámster. Es un gusto adquirido, pero como todo en la vida tiene su lado bueno y el malo. 

Dentro de lo positivo destaco el hecho de que es ideal tanto para arrancar del frío en el invierno como también del calor en el verano. Antes del coronaviurs, otro punto a favor es el horario extenso de los gimnasios, lo que permitía correr antes de ir a trabajar, después del día laboral, o pegarse algunos kilómetros de almuerzo. 

Por otro lado, su lado más negativo quizás es la monotonía o, como he conversado con varios runners, que realmente no sabes si el ritmo de la cinta es el mismo del asfalto. 

Ante el panorama mundial, correr como hámster es la opción, por lo menos hasta que nos permitan correr al aire libre nuevamente. Y para hacerlo más ameno tengo algunos tips que les pueden servir. 

Lo primero es tener actitud de trotadora, y no frustrarse ante la máquina. Y en complemento siempre es bueno tener el teléfono o el televisor cerca para correr en compañía de Netflix o alguna plataforma de streaming. He visto de todo durante mis horas de trotadora. Documentales de fútbol para rápidos de media hora, capítulos de la serie favorita para algún trote aeróbico y una película que no hayan visto para los largos. En más de una ocasión, me he encontrado diciendo “ok, correré hasta que se acabe el capítulo”, y sin darme cuenta han pasado 50 minutos.

Segundo, hacer ejercicios y distancias variadas. En la trotadora se pueden hacer repeticiones y le agregas un par de kilómetros de calentamiento y soltura, llegarás fácilmente a la hora corriendo. O bien, el querido fartlek. Te propones unos minutos de calentamiento y luego 20 o 30 minutos cambiando velocidades, para terminar con algo de soltura. Otro recurso que utilizo mucho es correr 8K, por ejemplo, en ascensión. Es decir, cada un kilómetro voy subiendo la velocidad y así hasta cumplir la meta. 

Tercero, la elección de la trotadora, en este caso, es clave. ¿En qué me tengo que fijar? Opciones hay muchas y de todos los precios. Hay que tener en cuenta el largo y ancho, según el espacio que tengas. Fijarse si es plegable, de fácil armado, o mejor, que no lo requiera. Ver cuántas velocidades tiene y si permite la opción de inclinación, la que por lo general, es manual. 

La trotadora quizás tiene mala fama, pero en mi caso fue un descubrimiento. Además, al tenerla a la vista no puedo evitarla y una vez que me subo se me olvida que alguna vez la odié. Correr como hámster no es tan malo, y al final del día (en encierro) es casi tu mejor amiga. Si tienes una a la mano, dale una oportunidad. Y aprovechen las múltiples ofertas, porque puede ser una gran inversión. 

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