Por Daniela Paz (@dnlpz)
Ha pasado casi un año en el que el virus llegó a nuestro país, donde nos llenamos de malas noticias y la palabra “cuidado” tomó otra connotación. Por nuestro lado la vida cambió y nos olvidamos de las divertidas salidas a correr y por varios meses guardamos las zapatillas y dejamos de sumar kilómetros, pero también ha sido un año de aprendizajes, acá les dejo algunas cosas
Correr es felicidad. Los meses que estuve encerrada probé de todo para mantenerme activa, funcional, yoga, saltar la cuerda, hacer peso, clases guiadas, clases en vivo y un largo etcétera. Pero la primera vez que salí a correr post pandemia, me di cuenta que lo que más me gusta de correr es básicamente que me hace feliz. Para mí no hay nada como agarrar las zapatillas, salir a la calle, prender el reloj y correr y correr. Da lo mismo el ritmo, el tiempo que salgas. Cuando terminas, esa felicidad no se parece a nada. La alegría y energía que tengo en un día que corrí, es algo que aprecio aún más.
Se puede descansar y volver. Hubo varios entrenamientos a los que no fui, y me sentía culpable y pensaba que iba a perder todo por saltarme algunos días. Pero este momento de pausa y ahora que estoy corriendo igual que antes, me hizo entender que, si no corres, no pasa NADA. Que puedes recuperar lo perdido e incluso hacerlo mejor.Apreciar las cosas chicas. Cada sábado luego de correr con mis amigas vamos a tomar desayuno. Elegíamos un lugar rico y nos quedábamos conversando de la vida hasta muy tarde. Hoy eso ya no es posible, pero sí algunos días podemos correr juntas o incluso nos juntamos virtualmente a hacer algunos entrenamientos. Me pasó que de darlo todo por sentado, ahora se valora cada kilómetro, cada trote conversado y las transpiradas que dan vida.
Podemos sobrevivir sin carreras. Muchas veces pensaba que mi gran motivación para correr era tener una carrera como objetivo. Pero ahora que no tengo ninguna ni mínimamente cercana, sé que uno corre sólo para sentirse un poco mejor, para animar el día y agarrar energía para sobrellevar lo que se venga.
Las amigas siempre están ahí. Aunque el running es solitario, a mí me gusta pensar en el equipo. Para mí las amigas con mi team y durante cuarenta nos apoyamos cuando el ánimo se venía abajo, nos compartimos todos los datos de entrenamientos, nos llenamos de juntas zoom para decantar la situación. Afortunadamente las amigas que corren no están sólo cuando hay kilómetros y eso es lo que hace un gran equipo.