Por Ignacia Benavente
Ser más felices todos los días se llama ecuanimidad y es un estado de apertura a las cosas tal y como son; es la libertad de estar presente con lo que está sucediendo adentro o fuera de ti. Aquí te entregamos algunas prácticas, conceptos e ideas para que vayas cultivando un acercamiento lento y gentil. Puede sentirse un poco extraño al principio y tal vez requiera un pequeño salto de fe para creer que todo valdrá la pena, pero te prometo que lo hará. Valdrá toda la pena del mundo.
1 Siente tus pies sobre la tierra
Pies sobre la tierra no proviene solamente de un estado mental balanceado. Tu mente y tu cuerpo no pueden ser tratados como dos aspectos separados. Sentir tus pies sobre la tierra es experimentar y darte cuenta lo que se siente cuando tu cuerpo está completamente contenido por la tierra. Las exhalaciones nos enraízan. La tierra está aquí para sostenerte. Una vez que sintamos que la tierra nos contiene, podemos empezar a relajarnos y a soltar.
Regálate un minuto para sentir las partes de tu cuerpo que tienen contacto con la tierra, el suelo o la superficie que te ancla, por ejemplo, tu cama. Relaja todos tus músculos y siente como caen y como al mismo tiempo son contenidos por algo más grande que tú.
2 Sólo respira
A nuestra mente le encanta irse al pasado y al futuro. Al pasado para aferrarse a lo que ya pasó, generando angustia. Al futuro para adelantarse a hechos, situaciones, y personas, generando ansiedad. Podríamos decir que estamos en dos lugares distintos al mismo tiempo, un poco agotado ¿no?
La respiración es la única forma de traer a nuestra mente de vuelta a casa, a nuestro cuerpo. Con nuestra mente en nuestro cuerpo y el cuerpo en el presente experimentamos el aquí y ahora y uf, ese lugar si que es lindo.
La respiración hoy en día es tu mejor accesorio.
Está disponible para ti 24/7. Regálate un ciclo completo de inhalación y exhalación completamente consciente, nada más. No te darás ni cuenta y serán 5, 10, 20 y así.
3 Haz espacio
Escucha con suavidad lo que está sucediendo en tu interior, cuál es el diálogo interno que estás teniendo, qué situaciones o personas siguen estancadas – escucha con compasión, con cariño y con curiosidad, con ganas de entender-te.
Cuando hacemos una pausa para ver lo que está sucediendo en nuestro interior, nos tomamos un momento para estar con nosotros, aquí y ahora, en cualquier estado que nos encontremos. El poder que nos da una pausa es un espacio adicional para asimilar y absorber cosas, situaciones, palabras, nos da el poder de deshacernos de lo que ya no queremos o necesitamos.
Puedes meditar por 5 minutos, pero si crees que meditar no es para ti puedes sentarte en silencio para conectarte con tu intuición, para escucharte, sin juicios y sin críticas.
4 El Big Picture
Cuando cultivamos espacios de silencio, para meditar o simplemente estar, traemos perspectiva a nuestras vidas. Es como si retrocediéramos dos metros de distancia y entonces nuestra visión se vuelve más amplia. Literalmente somos capaces de ver más.
Con mayor perspectiva podemos ver “la foto grande”. Y entonces somos capaces de decidir qué sirve y qué no, qué es realmente importante y qué no, qué merece nuestra atención y desgaste y qué no. Eso se llama CLARIDAD, en nuestra claridad está nuestra sabiduría e intuición y cuando nuestras decisiones provienen de ese lugar, vivimos más alineados a quienes somos.
5 La regla de los 90 segundos
Los pensamientos tienen fecha de vencimiento. Nacen, viven por un tiempo y luego mueren y así, nace otro pensamiento. Todo el tiempo. El ciclo de vida de un pensamiento dura 90 segundos. El problema está cuando nosotros mismos los extendemos aferrándonos a ellos, es inútil, porque va a morir eventualmente.
Practica observar tus pensamientos hasta que se disipan, sin aferrarte a ellos. Te darás cuenta lo rápido que pasan si no los alimentamos con nuestra atención.
6 Los rituales
Los rituales son situaciones cotidianas que hacemos repetidamente donde nos sentimos seguros y les asignamos una importancia y una magia especial, porque lo son.
Para mí es tomarme mi café en las mañanas. Es sagrado. Hiervo el agua, muelo el café, lo huelo, lo preparo en una prensa y cuando está listo me lo tomo sola, escuchando música en el balcón o en el sofá. Pero es más que eso. Es mi espacio seguro, es decirme que todo está bien, independiente de lo que esté pasando afuera. Nada puede andar tan mal si yo todavía puedo disfrutar de mi café por la mañana, ¿cierto?
¿Cuáles son tus rituales? ¿Qué momentos de tu rutina disfrutas tanto que tienen el potencial de convertirse en un ritual?